La Convención sobre Armas Biológicas sigue siendo dinámica a sus 50 años
- Dario D'Atri
- 26 mar
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Autor: Dr. Jean Pascal Zanders, Miembro del Consejo de Pugwash
Hace cincuenta años, el 26 de marzo de 1975, entró en vigor la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción y el Almacenamiento de Armas Bacteriológicas (Biológicas) y Toxínicas, así como sobre su Destrucción. Esta Convención, conocida como BTWC por sus siglas en inglés, fue el primer tratado multilateral que prohibió de forma integral una categoría específica de armamento. Ninguna parte firmante del tratado puede desarrollar, producir, adquirir por otros medios o conservar armas biológicas o toxínicas. Tampoco está permitido su uso en ninguna circunstancia o bajo ningún pretexto. En su 50 aniversario, 188 Estados son parte de la BTWC. Solo nueve permanecen fuera: cuatro firmaron el tratado entre 1972 y 1975 pero aún no lo han ratificado (Egipto, Haití, Somalia y Siria), y cinco ni siquiera lo han firmado (Chad, Yibuti, Eritrea, Israel y Kiribati).
Desafíos importantes
Pese a su éxito, la BTWC enfrenta desafíos importantes, entre ellos acusaciones de programas ilícitos de armas biológicas y otras formas de violaciones o incumplimiento. En los últimos quince años, ha debido afrontar diversas amenazas híbridas, como campañas de desinformación que intentan deslegitimar la cooperación internacional en ciencias de la vida, gestión de riesgos biológicos o defensa y protección frente a enfermedades naturales, accidentales o deliberadas. Además, se han observado estrategias de “lawfare” que buscan erosionar la confianza internacional en el tratado y en instituciones como las Naciones Unidas, utilizando disposiciones y normas procesales del tratado para sembrar dudas y cuestionar hechos científicamente establecidos.
Los avances en las ciencias de la vida y las biotecnologías han contribuido significativamente a la salud, la seguridad alimentaria y la protección medioambiental en el mundo. Su convergencia con otras disciplinas como la química, la física, las matemáticas, la computación, la informática, la nanotecnología o la ingeniería está acelerando aún más el progreso. No obstante, también pueden abrir nuevas vías para el diseño, desarrollo y producción de patógenos y toxinas, así como de sus sistemas de entrega. La historia demuestra que las leyes y regulaciones con frecuencia no logran mantenerse al ritmo de los cambios sociales, científicos y tecnológicos. El reto para los Estados parte de la BTWC no es únicamente modernizar o ampliar el tratado, sino también fomentar un modelo de gobernanza donde comunidades de múltiples actores, tanto nacionales como internacionales, colaboren activamente para preservar el principio fundamental de la BTWC: no adquirir ni utilizar jamás agentes biológicos o toxínicos bajo ninguna circunstancia.
Evolución
La BTWC es un tratado breve, de tan solo cinco páginas. Esta concisión responde en gran parte a la ausencia de mecanismos de verificación y, por ende, de una organización internacional que supervise su cumplimiento. La incapacidad de verificar denuncias de incumplimiento, inspeccionar instalaciones o investigar alegaciones de uso de armas biológicas debilita estructuralmente al tratado. Sin una organización formal, no existen órganos de decisión con competencias específicas para avanzar en los objetivos de desarme, evaluar desafíos al tratado o emprender acciones cuando sean necesarias.
Tras su entrada en vigor, el tratado solo preveía una conferencia de revisión (Artículo XII), cinco años después. Sin embargo, la decisión de celebrar una nueva conferencia en 1986, adoptada en la primera revisión de 1980, instauró un proceso de revisión quinquenal. A partir de entonces, los Estados parte comenzaron a definir e implementar actividades concretas entre cada conferencia. Estas incluyeron el desarrollo de medidas de fomento de la confianza (CBM), la identificación de posibles mecanismos de verificación (ejercicio VEREX) y las negociaciones —sin éxito— dentro del Grupo Ad Hoc para establecer un protocolo jurídicamente vinculante que preveía la creación de una organización internacional y elementos de un sistema de verificación.
Tras el fracaso de estas negociaciones y de la quinta conferencia de revisión en 2001, los Estados parte reorganizaron sus esfuerzos y pusieron en marcha reuniones anuales de expertos (MX) y de Estados parte (MSP) entre conferencias. Estas reuniones se centraron principalmente en la mejora de la implementación del tratado, facilitando acuerdos y entendimientos comunes. A su vez, estos resultados impulsaron programas de acción concretos y fomentaron la cooperación y asistencia internacional para prevenir la adquisición o el uso de armas biológicas, promover legislación nacional eficaz, dar respuesta a emergencias por uso de armas biológicas, estimular la investigación legítima y el desarrollo biotecnológico, e implementar medidas de bioseguridad y bioprotección.
La Resolución 1540 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (2004) también abordó amenazas terroristas y promovió la adopción de regulaciones nacionales en línea con el tratado. Para dar apoyo a las crecientes actividades, la sexta conferencia de revisión (2006) decidió crear una Unidad de Apoyo a la Implementación, que desde entonces ha contribuido notablemente a mejorar la calidad del trabajo de los Estados parte en áreas como la universalización del tratado, la capacitación regional y nacional, y la recopilación anual de informes CBM.
En el actual periodo entre sesiones, se ha constituido un Grupo de Trabajo sobre el Fortalecimiento de la Convención de Armas Biológicas, el cual aborda múltiples cuestiones con vistas a lograr decisiones concretas en la décima conferencia de revisión (2027) o en una conferencia especial convocada si así lo solicita la mayoría de los Estados parte. Entre los posibles resultados se incluyen: la creación de un mecanismo para revisar avances científicos y tecnológicos, la puesta en marcha de bases de datos que respalden la cooperación internacional y la asistencia en emergencias, la exploración renovada de herramientas de verificación y mecanismos institucionales para fortalecer la BTWC, la mejora del cumplimiento y una cooperación internacional más estructurada para fines pacíficos.
¿Por qué sigue siendo fuerte la BTWC?
Uno de los resultados más positivos —y quizá inesperados— de las reuniones MX y MSP ha sido la aparición de redes de cooperación superpuestas en apoyo del principio contra las armas biológicas y la prevención de enfermedades deliberadas. Estas actividades intersesionales han incorporado al debate a representantes de organismos tan diversos como la Organización Mundial de la Salud, la FAO, la Organización Mundial de Sanidad Animal, Interpol, la Organización Mundial del Comercio, la Organización Mundial de Aduanas, agencias de Naciones Unidas en materia de desarme, medioambiente y desarrollo, organizaciones específicas de desarme, empresas multinacionales, institutos de investigación, entre otros.
Estas reuniones también han ampliado la participación de organizaciones no gubernamentales y han favorecido la profesionalización y especialización de sus aportaciones. Hoy en día, una amplia variedad de actores participa o contribuye a las funciones del desarme, al asumir responsabilidades individuales u organizacionales para evitar el uso indebido de herramientas, procesos y productos derivados de las ciencias de la vida y la biotecnología. Esta colaboración se ha extendido más allá de los organismos estatales, integrando organizaciones internacionales, asociaciones profesionales y científicas, la sociedad civil e incluso personas individuales.
Una visión dinámica para el futuro de la BTWC
Estos avances reflejan una creciente comprensión de que la prevención del uso de armas biológicas no depende únicamente de un tratado: es una responsabilidad compartida entre todos. Sin embargo, todavía es necesario que instituciones, agencias, empresas y profesiones amplíen sus zonas de confort para colaborar, compartir información e integrar actividades siempre que sea posible. Las resistencias burocráticas, las diferencias en la membresía o los intereses divergentes de las agencias estatales en el funcionamiento de las organizaciones internacionales siguen siendo obstáculos significativos. Lo mismo ocurre con las interacciones entre comunidades científicas y profesionales, la industria, la sociedad civil, los gobiernos y las organizaciones intergubernamentales.
Aún queda un largo y arduo camino por recorrer. Sin embargo, sus propias debilidades están transformando la BTWC en un laboratorio de gobernanza futura para el desarme, el control de armamentos y la no proliferación, basado en la participación de múltiples partes interesadas y en una especialización funcional entre gobiernos y otros actores.
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